Parece mentira que hayan pasado ya 97 días desde que Jon Karla y Jorge salieran de Roma. Atrás queda aquel 7 de marzo en el que sus piernas empezaban frescas y sus mochilas iban cargadas de mucha ilusión por llegar a Santiago de Compostela. En 11 días estarán en la Plaza del Obradoiro y habrán dado por concluida una aventura que tenía como fin visibilizar el Daño Cerebral Adquirido, recaudar fondos para ATECE ARABA y probar sus límites personales. Estos días que caminan hacia el Santo las emociones les embargar. Sienten alegría por ver su objetivo más cerca, pero también la tristeza asoma cuando se dan cuenta que esto se acaba, que la que está siendo su rutina durante tantos días dentro de poco quedará aparcada. En ese caminar de sensaciones encontradas van haciendo balance de lo que han vivido y quieren compartirlo con quienes les sigan por este canal.
Hoy quieren recordar las que han sido sus casas en estos días. Esos alojamientos que se han tenido que ir buscando, aunque muchos de los de la época en la que estuvieron por Francia e Italia fue Agurtzane, la mujer de Jon Karla, la que hizo ese trabajo. Si tienen que dar el premio al mejor alojamiento que han tenido lo tienen claro: «En el Camino Francés, por el cariño que le tengo a los dueños, por cómo te tratan, como algo más que un cliente, me quedaría con el Albergue Gaia, en Mansilla de las Mulas (León), que lo lleva una pareja madrileña que lo dejó todo para hacerse cargo del establecimiento». Cuando toca recordar los peores, Jon Karla se remonta hasta Acquapendente, en Italia, para elegirlo, aunque no por las instalaciones, sino por lo mal que les habló aquella monja italiana. «Los malos modos, el desprecio, su trato» y cómo se sintieron no se les ha olvidado. «Te quedas, no con las instalaciones, si no con lo que las personas te dan». Y cuando pronuncian estas palabras recuerdan que el albergue de Capannori también ocupa un hueco en la zona de buenos recuerdos de su memoria. «En la biblioteca de Altospacio (Italia) nos indicaron que estaba bien y al llegar nos atendió de maravilla un chico. Era el típico albergue del Camino de Santiago francés, con buenas instalaciones, charleta con quienes lo llevan y bien equipado. ¡Nos llevamos una gran sorpresa!”
Y no quieren desaprovechar la oportunidad de mostrar cómo es un albergue por dentro y nos hacen un ALBERGUE TOUR, emulando a los y las influencer, para enseñarnos el de Astorga
Y mientras hacen todo esto, siguen sumando etapas a sus piernas y acumulando recuerdos y experiencias:
Etapa 95 LEON-HOSPITAL DE ÓRBIGO (32KM), 10 junio
«Cuando yo empecé a hacer el Camino otros años íbamos hasta San Martín del Camino, que eran 25 kilómetros desde León, y fácil de hacer, pero descubrí que Hospital de Órbigo es precioso y ya me he acostumbrado a adelantar estos kilómetros y aunque sean al final 32 se hacen por terreno llano y asequible para hacer. Nos hemos sacrificado hoy y así hemos disfrutado de este pueblo y mañana llegaremos más descansados a Astorga. Hoy hemos tenido la visita de dos amigos de Llodio: José Antonio, Jorrín, y Conchi, que han venido a comer con nosotros y nos han traído chorizos, anchoillas y tortilla de patata. ¡Ya no sabemos cuándo parar de comer! Pero se agradece muchísimo. Y eso que yo hoy tenía las tripas de aquella manera y no lo he pasado bien durante la jornada pero una comida ligera y descanso en el albergue espero que me ayuden a recuperarme y no ir dejando rastros por tierras castellanas»
Etapa 96 HOSPITAL DE ÓRBIGO-ASTORGA (17,8 km), 11 junio
«La etapa es bonita y relajada. Al continuar ayer hasta Hospital de Orbigo, para hoy nos han quedado 17,8 km y lo hemos hecho fácil. Hay una pequeña subidita, y desde lo alto de la montaña hay unas vistas muy bonitas de Astorga. Al llegar hemos estado charlando con Matti, el Hospitalero del Albergue, un personaje muy querido en el Camino, una institución, que es de Irún. ¡Además nos ha dado 10€ para apadrinar 2 kilómetros. De Astorga no nos podíamos ir sin comernos un buen Cocido Maragato y hemos cumplido con creces. Nos hemos metido dos bandejas de cada, y para rematar, nos ha dicho la chica que de postre nos teníamos que comer dos natillas caseras cada uno y, oye, no podíamos decirle que no. Menos mal que íbamos a comer menos….